Los niños ponen color a la Procesión de las Palmas. Norte de Castilla 30_3_2015

La Procesión de las Palmas marca, por tradición, el comienzo de una Semana Santa cargada de actos religiosos, aunque la proliferación de nuevas procesiones y vía crucis han situado el Domingo de Ramos casi en el centro temporal de la semana de Pasión. Este año –y es una pena tener que escribirlo– el desfile no lució lo que en años anteriores por la decisión de adelantar la cita una hora, es decir, trasladarla de las doce del mediodía a las once de la mañana. Teniendo en cuenta que coincidió con la modificación del horario, que entró en vigor de madrugada, la sensación predominante era que, en realidad, la procesión había dado comienzo a las 10 de la mañana, una hora demasiado intempestiva tratándose de un domingo. El error –no puede denominarse de otra manera a juzgar por la consecuencia– restó mucho público al desfile, lo que se notó especialmente a lo largo del recorrido. Calles como Colón estaban casi vacías. No faltaron fieles, eso sí, en el acto de partida, la bendición de las palmas, a cargo del obispo, en la iglesia de San Miguel, y durante la Misa Mayor que se celebró en la Catedral al término de la procesión de La Borriquilla.

A pesar del sueño, los niños protagonizaron este desfile ‘inaugural’ de los días de Pasión acompañando el paso ‘Jesús entrando en Jerusalén’, en su tradicional recorrido del Domingo de Ramos. Los pequeños volvieron a tomar parte de manera activa en el desarrollo de la procesión y caminaron marcando el paso junto a la talla que todos conocen como La Borriquilla, una imagen realizada por el escultor segoviano José María García Moro en 1964, aunque fue restaurada en 1997 y 2009 bajo la supervisión del propio artista, ya fallecido. El público siguió con atención, fervor y curiosidad el trayecto de la comitiva. La temperatura era fresca y el cielo estaba nublado, aunque en ningún momento se temió que lloviera.

Las cofradías que integran la Semana Santa segoviana ocuparon un puesto relevante en el cortejo. Participaron todas y marcharon en el mismo orden con que lo hacen en la Procesión de los Pasos del Viernes Santo: La Oración en el Huerto (San Lorenzo); La Flagelación del Señor (Nueva Segovia); Ademar (Maristas); La Esclavitud del Santo Cristo de la Cruz (El Cristo del Mercado); Santo Cristo de San Marcos; La Soledad al pie de la Cruz y el Cristo en su Última Palabra (San Millán); Nuestra Señora de la Piedad (San José); Real Cofradía de la Santa y Venerable Esclavitud y Santo Entierro del Cristo de los Gascones (El Salvador); San Andrés y Nuestra Señora la Soledad Dolorosa-Cofradía del Recogimiento (Santa Eulalia). Cada cofradía aportó a la Procesión de las Palmas un portaestandarte y dos cofrades niños, que llevaban ramos en sus manos. También hubo una representación de la Hermandad de la Virgen del Rocío de Segovia, que desde hace unos años viene participando de manera activa en la Semana Santa de la ciudad, sobre todo el Domingo de Resurrección, pues es propietaria de la imagen de Nuestra Señora del Rocío, protagonista de la Procesión del Encuentro que se celebra ese día.

Si la banda de cornetas y tambores de la Cofradía de la Flagelación, de Nueva Segovia, abría el cortejo, la de la Asociación Cultural Unión Musical Segoviana la clausuraba, además de las autoridades eclesiásticas encabezadas por el obispo de Segovia, César Franco; y las civiles, con la alcaldesa de la ciudad, Clara Luquero, al frente de un nutrido grupo de concejales de la Corporación municipal. Tras la bendición de las palmas por parte del prelado –acto que tuvo lugar en San Miguel en presencia de los representantes municipales– el desfile partió de la Plaza Mayor y discurrió por las calles de Cronista Lecea, plaza de la Rubia, Colón, plaza de los Huertos, Arias Dávila, Don José Canalejas, Herrería, Juan Bravo e Isabel la Católica, para terminar en la Catedral. El recorrido culminó como una misa que ofició el propio obispo.

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