Heraldo anunciando el pregón en el Azoguejo. / Kamarero
Heraldo anunciando el pregón en el Azoguejo. / Kamarero

Una invitación a reflexionar sobre el sentido de la vida, desde el convencimiento de que ésta “no fracasa cuando se da por los demás”, fue uno de los mensajes que dejó la historiadora Mercedes Sanz de Andrés en el pregón inaugural de la Semana Santa, leído ayer en la capilla del Santísimo de la Catedral, después de la liturgia ya habitual en esta jornada, iniciada con dos heraldos a caballo anunciando por las calles céntricas de Segovia el simbólico acto.

En un hecho inédito en los pregones de Semana Santa, Sanz fue presentada por su marido, David Santamera, quien detalló las cualidades personales y los méritos profesionales de su esposa para ejercer de pregonera, haciendo especial hincapié en sus titulaciones en Magisterio e Historia del Arte, así como en las investigaciones que desarrolla de forma especial sobre las manifestaciones artísticas en el ámbito funerario.

Sanz arrancó su intervención mostrando su agradecimiento hacia “todas las cofradías de Segovia”, que han dejado una “huella imborrable” en su vida. De igual forma, se felicitó de poder leer el pregón en la Catedral, “testigo de piedra viva del pulso de mis días”.

Antes de entrar en el núcleo central de su pregón, la historiadora quiso recordar sus “vivencias compartidas” con los integrantes de las cofradías, lo que la ha permitido conocer la Semana Santa “desde las entretelas”. Relató su primera relación con una cofradía —la de Santa Eulalia—, su posterior estudio del las hermandades segovianas, y experiencias como la elaboración del panegírico al escultor Aniceto Marinas, su integración en el equipo de trabajo para lograr que la Semana Santa de Segovia fuera declarada de Interés Turístico Nacional o su nombramiento en 2016 como ‘Capataz de Honor.

En la fase de mayor hondura de su pregón, Sanz defendió que “la pasión y muerte de Cristo en la cruz son el punto de partida de la más bella historia de amor de Dios a los hombres”. “La cruz como acontecimiento histórico es la prueba de saber amar”, aseguró.

Resumió brevemente la creación de las cofradías, “vinculadas a pobres, enfermos y al cuidado de los necesitados en la vida y en la muerte”, para adentrarse a continuación en la historia de la Semana Santa de Segovia, documentada desde el siglo XV aunque, en su opinión, debió celebrarse antes, como parece demostrar la imagen del Cristo de los Gascones.

Fruto de su gran conocimiento de la Semana Santa de la ciudad, la historiadora reveló que en Segovia existieron dos cofradías de disciplina, la de la Cinco Llagas, radicada en el desaparecido convento de San Francisco, y la de Nuestra Señora de las Angustias, popularmente conocida como “del Confalón”, situada en el antiguo convento de La Merced.

De aquellos lejanos siglos proporcionó Sanz infinidad de datos, descubriendo unos ritos de Semana Santa muy diferentes de los actuales. Habló también de los hechos más significativos de los siglos XVIII y XIX, abordando después el papel que desempeñó el obispo Julián Miranda y Bistuer para la renovación de la Semana Santa segoviana.

Para este último fin, el obispo realizó en 1906 un viaje a Barcelona con objeto de encargar una colección de pasos procesionales a la denominada ‘Escuela Catalana’ de imaginería. Los días 10, 11, 17 y 20 de marzo de 1907, el obispo hizo entrega de siete pasos a los gremios segovianos, buscando una relación de continuidad entre las imágenes y los gremios.

Curiosamente, Miranda estableció que la procesión de lo pasos se celebrase el Domingo de Ramos de cada año, porque veía que ese día “era beneficioso para el comercio y la industria de Segovia, dado que la afluencia de gentes sería indudablemente mayor que en el día de Jueves Santo, por cuanto en éste los pueblos acostumbran a conmemorar en sus respectivas parroquias los sublimes misterios del Calvario”. Finalmente, la procesión tuvo lugar el 24 de marzo de 1907, con salida desde el Palacio Episcopal.

Las vicisitudes de la Semana Santa segoviana durante el resto del siglo XX también tuvieron hueco en el pregón, así como las diferentes novedades introducidas en los primeros años del siglo XXI, como la recuperación de la procesión del Domingo de Resurrección.

Para acabar, Sanz sostuvo que la Semana Santa “permite una permanente conexión entre Dios y los hombres” y, al tiempo, “es heredera de la religiosidad de nuestros antepasados”. “Las cofradías —recalcó— no son un fósil del pasado sino que son un altavoz y un tesoro que tiene la Iglesia”. La historiadora cerró su pregón casi como empezó, invitando a una reflexión desde la fe, en unas fechas que “congregan los más bellos sentimientos”.

Leer en el Adelantado